El Caos. Marca de la casa Rockstar. Como suele ser habitual caos y arbitrariedad están programados de forma magistral y otorgan a sus títulos una personalidad propia, casi siempre hilarante. En la saga GTA todo está destinado a cierta locura de modo que no hay más que esperar en un cruce de avenidas para que, al poco tiempo, algo extraño ocurra.
Algo como que alguien mire mal a alguien, un
coche pegue un acelerón sin venir a cuento, un pequeño roce entre conductores
de ambulancia y raperos o un ladrón que intenta huir de la policía, para que
todo acabe en una vorágine de peleas, explosiones, atropellos, tiros, gente
gritando y demás. Es divertido hasta decir basta pero este título juega a otra
cosa. Aquí todo tiene más coherencia y genera una narrativa que puede llegar a
ser dramática.
Va un ejemplo. En una de tantas misiones
secundarias, un tipo cerca de Valentine me pide madera para construir su casa o
en su defecto algo de dinero. Prefiero ir a por la madera personalmente. Si
quiere dinero que vaya al banco. Me da unas vagas indicaciones de donde
encontrar un aserradero que tardo un tiempo en localizar pues me entretengo a
admirar el paisaje.
Cuando llego a ese pedazo de aserradero los
obreros se encuentran acechados por una manada de lobos. Pero acechados que se
cagan por la pata abajo. Que no trabajan. El capataz me pide ayuda para aniquilarlos,
ya que pasaba por allí y tengo pinta de matalobos. Así lo hago. Mato lobos. El
capataz me lo agradece y me indica que vuelva en unos días, cuando la
producción esté avanzada. Lógico y normal. HastaluegoLuca.
Sigo con mis peripecias de pegar tiros y
cuando me parece vuelvo al lugar. Efectivamente la producción estaba más que
avanzada, tanto que justo cuando yo llegaba anuncian que árbol va y uno de los
inmensos troncos cae cerca de donde está mi caballo, asustándolo. La mala
fortuna hace que mi animal atropelle en su estampida a uno de los que estaban
por allí (caos). Desde ese momento todo el personal del lugar, incluido el
capataz, me la tienen jurada. Venga a pegarme tiros, tengo que salir de allí escopeteado.
Ya volveré cuando los ánimos estén más calmados.
Vuelvo al tiempo cuando los ánimos están un
montón más calmados, pero de venderme madera nada. Pero nada de nada. Probé a
varias horas distintas y en diferentes días. Nada. ¿Qué hacer? Pues lo
esperable en el far west… Robarles un carro de madera repleto. Con nocturnidad.
¿Caos?
Con las mismas me presento al de Valentine
esperando que el tipo se acuerde de mí. Ha pasado más tiempo del que sería
razonable, quizá. Para mi sorpresa sí que se acordaba el nota pero me dice que
acaba de vender lo que iba a ser su casa a un comprador de nosedonde. Allí
lucía la casa nuevecita y yo con un carro de madera como una catedral. Robado.
No me quedó otra que pegarle seiscientos mil
millones de tiros al susodicho, cargarlo en el carro de madera no sin cierto
esfuerzo, arrimarlo a la casa y dispararle desde una distancia más que
prudencial una flecha incendiaria. En plan Juegos Olimpicos de Barcelona
Noventaydos. Caos bien programado. Salvaje Oeste. Rockstar. Drama.
Creo que se me olvidó desenganchar los
caballos del carro.
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