Quiet. Sólo Quiet.
Hacer la mayoría de misiones principales y secundarias con ella es otro mundo. Sólo tengo que ir recogiendo sus sobras. En un santiamén y a mi orden la tipa deja seco cualquier puesto avanzado.
Le hicimos una serie de trajecitos para que estuviera mona. Uno de ellos es manchada de sangre. No sirven de mucho. Hasta se la puede disfrazar de Sniper Wolf. ¡Qué tía!
A veces jugamos. Ella se coloca en una punta con su rifle. Yo en la contraria con el mío y ambos abrimos fuego. El caos en los enemigos es total. Y ella es letal. Es capaz de acertar a cualquiera de mis granadas en el aire y mandarla donde quiera con una precisión enfermiza. Da miedo. De veras. Pero tiene las tetas gordas.
Desde el I-Droid puedo darle órdenes de donde ponerse o de infiltrarse en un puesto. Es la caña.
Una vez, al acabar con todo el mundo, la apunté con mi sniper adormecedor. Estaba casi a un kilómetro pero ella ya me había visto y me apuntaba también. Juraría que mi disparo ni la rozó y ella inmediatamente me tumbó con el suyo y cambió de posición. Toda manchada. De Sangre.
Desde entonces nuestro feeling bajó un peldaño. Ya no me hace posturitas en el helicóptero. Me mira aún más raro.
Da miedo.
Alfredo.
PD: Estoy en una etapa de madurez. Ya no fultoneo tanto. En lugar de eso le vuelo los sesos a todo el que tiene malas estadísticas. Madurez, primo. Madurez.
