Pasó con Journey. Pasa con Inside. Si uno se detiene a separar por ejemplo la mecánica de éste videojuego la misma se limita a dos botones: saltar y agarrar-empujar. A eso le añadimos algunas situaciones en las que hay que correr y apurar el salto, ajustar los tiempos para salir airoso in extremis… nada que no hubiéramos visto, por ejemplo en el Aladdin de Super Nintendo de 1993. Nada que no sea un truco ya visto.
Pero Inside es una obra maestra del medio; Es eso que no se puede explicar sin explicar aquello que hace el videojuego un entorno independiente de creación. ¿Por qué? Porque crea un sistema propio que no se puede definir con facilidad, con multiples capas de descubrimiento que no son visibles a fuerza de ser sutiles, a medias entre lo opresivo y lo infantil. A medias entre la anarquía y el orden. A medias entre el puzle y el Quick Time Event.
Plantea una historia donde alguien oprime a alguien sin saberse los motivos, ni qué papel juega nuestro personaje o si éste es de los buenos como parece o, finalmente, es de los malos. ¿Hay buenos y malos si quiera?
Lo que en principio parece absolutamente claro, con el transcurso de la trama se van añadiendo capas y más capas tanto de jugabilidad como de narrativa para terminar, casi, jugando a otro videojuego distinto al original.
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Ilustración de Gabirotcho |
Si tuviera que concretar qué aspecto me ha sorprendido más sería precisamente este, el de las sucesivas capas de jugabilidad, dinámica y narrativa que se van añadiendo, muy despacio, y que convierten la experiencia en algo distinto e inesperado. Eso y algunas partes donde la música etérea está absolutamente bien integrada en lo que aparece en pantalla. Maravilloso e hipnótico.
El mensaje y el tono general de la obra, por otra parte, es complejo de expresar y mejor que cada cual lo juegue y experimente, y saque sus propias conclusiones. Invita a rejugar por ciertos detalles también sutiles que te deja el mapeado aquí y allí. Iba a indicar los precios actuales de la copia en Steam, PS4, Switch y demás, pero es que también está por encima de precios.
A este juego hay que jugar, cueste lo que cueste.